Vinos y arte, un maridaje perfecto en el Hipódromo de Palermo

Ni el mal tiempo pudo jugarle en contra al Wine & Art 2018, teniendo en cuenta la minuciosa organización de Ligia Janeiro y su staff.

Todo comenzó en el horario planeado, las lluvias intermitentes no detuvieron al público que desde el inicio de la tarde se dio cita en el Hipódromo de Palermo para disfrutar de este maravilloso evento realizado en el salón Turf, con una privilegiada vista a la pista de carreras.

Exquisitas obras de arte, shows musicales, bailarines, DJ en vivo, y lo que me compete, selectos vinos maridando a la perfección con lo antedicho.

Destacada participación de las reconocidas y prestigiosas etiquetas de las bodegas Fabre Montmayou, con sus deliciosos cortes y varietales reserva, y Schroeder, entre tintos, tardíos y espumantes, el Deseado entre ellos que hizo gran honor a su nombre, cada una con su stand, todo a la temperatura ideal y con un impecable servicio hecho por sommeliers profesionales.

Un instrumento musical siempre resulta llamativo y más, en este caso, si tiene que ver con un vino, con un reconocido músico, un prestigioso enólogo, y está colocado sobre el stand a la vista de todos. Estoy hablando de una guitarra Stratocaster, de Juanchi Baleirón, de Marcelo Pelleriti y de sus etiquetas Malbecaster, un 100% malbec mendocino, y Pink Flood, un muy rico rosado de malbec que, al estar a temperatura, venía perfecto entre tanto tinto para cortar un poco. Me quedé con las ganas del Gran Baleirón, pero no faltará oportunidad, ya que recién está saliendo por estos días.

Para destacar, el Cabernet Sauvignon de Pontilli Wines que el mismísimo Osvaldo Pontilli  servía con orgullo contando su historia y proyecto.

Y para no olvidar y conseguir ya mismo, la perlita, los vinos de Simonassi Lyon, una bodega familiar de San Rafael, Mendoza con unas etiquetas imperdibles. Su línea “Pokhara” joven, explosiva y expresiva, con un Malbec maravilloso que de tan aromático te olvidás de llevarlo a la boca y, cuando lo hacés, no podes dejar de pasearlo de lado a lado por lo sedoso y redondo que se percibe. El Bonarda y el Chenin no quedan para nada opacados y también ofrecían una rareza, algo lindo de probar y conocer, “el moradito” un tinto suave o rosado potente, como quieran verlo, producto de fermentar un mosto compuesto por uvas Criolla y pieles de malbec, luego cortado con un 15% de Chenin, ¿qué tal?.

Maravillosamente intercalados los shows y performances con cada momento del evento, imperdible el sector de retratos de Jockeys, la posibilidad, ya de noche, de sentarse en las tribunas copa en mano y disfrutar de una carrera de caballos, hidratación con agua en un stand e infusiones en otro para quienes no tomaban alcohol o, por el contrario, hubieran bebido un poco más de la cuenta.

Recuperé la noción del tiempo al emprender la vuelta a casa con una experiencia excepcional vivida y, como si todo eso hubiera sido poco, el finísimo copón de cristal de recuerdo en mis manos.

Wine & Art 2018, definitivamente activó mis sentidos.

Salú.

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